PLEGARIA POR LA PAZ
Señor de las estrellas,
Tú que moras lo visible y lo invisible,
que trazas la curvatura del espacio,
que insuflas todo hálito de vida,
que precisas el equilibrio de los astros,
Señor de lo creado y lo increado,
perdónales señor.
Perdona el corazón
de aquellos ungidos como dioses
tan sólo porque han medido un infinito
que no es más que un nuevo límite.
Perdónales, Señor,
recuerda sus ojos invidentes.
Perdona la osadía
que trasega hacia la bestia,
rebelión de los instintos
que deriva una ilusión
presa en las fauces de sus leyes.
Perdónales, Señor de la esperanza,
son hijos de la noche.
Perdona el extravío
legado de siglos
traspasados por la sangre;
delirio de lujuria y de poder
en el estrecho devenir
de la vida y de la muerte.
Perdónales, Señor,
dador de lo que vive,
fraterno corazón
cuya paz nos das gratuitamente.
Señor de las alturas,
Tú que ni aún la nada puede contenerte,
ilegible arquitecto de todo cuanto existe,
que has dado a cada quien un sino irrepetible,
Tú que has decretado el triunfo de la vida
en el amor de los humildes,
¡"Señor que llamas a las estrellas por su nombre"!
perdónales, perdónanos, perdónales, Señor.
Derechos reservados de autor
que trazas la curvatura del espacio,
que insuflas todo hálito de vida,
que precisas el equilibrio de los astros,
Señor de lo creado y lo increado,
perdónales señor.
Perdona el corazón
de aquellos ungidos como dioses
tan sólo porque han medido un infinito
que no es más que un nuevo límite.
Perdónales, Señor,
recuerda sus ojos invidentes.
Perdona la osadía
que trasega hacia la bestia,
rebelión de los instintos
que deriva una ilusión
presa en las fauces de sus leyes.
Perdónales, Señor de la esperanza,
son hijos de la noche.
Perdona el extravío
legado de siglos
traspasados por la sangre;
delirio de lujuria y de poder
en el estrecho devenir
de la vida y de la muerte.
Perdónales, Señor,
dador de lo que vive,
fraterno corazón
cuya paz nos das gratuitamente.
Señor de las alturas,
Tú que ni aún la nada puede contenerte,
ilegible arquitecto de todo cuanto existe,
que has dado a cada quien un sino irrepetible,
Tú que has decretado el triunfo de la vida
en el amor de los humildes,
¡"Señor que llamas a las estrellas por su nombre"!
perdónales, perdónanos, perdónales, Señor.
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